ALARIDO
El día sábado 6 de octubre de 2018 fui a ver Alarido, en Espacio Blick.
Al ingresar
a la sala, se podía escuchar música clásica u opera, tal vez era María Callas. Lo que
nos daba una idea de que podíamos estar ante una pieza lírico-dramática.
Al comenzar
la obra, podía observarse un espacio reducido en escena. La luz, secundando la
atmosfera, nos indicaba el lugar desde donde iba a empezar el espectáculo.
Cuando entraron a escena la actriz y los actores, a traves de sus relatos, producían la sensación de que estaba comenzando una antigua
película de suspenso. Una recreación mediante un juego de palabras descriptivas
del proceder en la historia, contaban con cierta chispa como todo iba a
suceder. El vestuario y el modismo de los personajes en escena, parecían emular
el estilo de misterio de Alfred Hitchcock.
Este teatro de artes visuales, presenta
un lenguaje poético; descontracturando/desestructurando el habitus instalado en
esta realidad social. Esta obra de autenticidad pragmatica y empìrica, revela las
distintas limitaciones con los/las que somos instruidos desde nuestros comienzos
educacionales. Y va más allá de todo.
Los artistas
en escena, de notoria experiencia convivial en el teatro, se desplazan amablemente a la vista
por todo el espacio liminal. Hadandoniou tiene una gran presencia escénica. Se establece
en ella entregándose por completo sin inhibiciones. Marcos Cáceres sin demás, sin de menos; Con lo
justo y necesario. Con solo estar y habitar el terreno escénico, cobraba mayor
significancia que cualquier artilugio de la puesta. Pérez sigue demostrando su
destreza física, con un equilibro distinto. Un bailarín contemporáneo con una enorme presencia,
siempre evitando movimientos antiestéticos en su proceder. Un cuerpo explicito con
desplazamientos de alto impacto, demostrando, a la vez, su dotes actorales; cautivando
la atención de todos/as los/as presentes.
Luego, casi
llegando al final, se desata la furia de Zeus en sí misma. A lo que yo denominé
el desmadre. A pesar de haberse
levantado tierra (no sé ni de dónde, ni cómo), ver volar una silla y que un
actor intentara robarse mi zapato, fue atrayente ver ese desmedido control o
descontrol medido. Sentí que sus cuerpos se independizaban de toda opresión,
que había liberación de los convencionalismos y que eran realmente ellos.
La elección de
la música acompañó cada momento de la mejor manera posible. Un oído delicado el
que eligió el repertorio con semejantes melodías.
El final de
la destrucción o metateatro. Nada que decir.
Esta pieza
teatral es para artistas. Para teatristas y quienes siguen este arte sagrado. No
lo considero para cualquier tipo de público.
Si pueden
ir, ¡vayan a verla!
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