BUFON.
El 15 de abril de 2018 tuve la fortuna de ver Bufón.
En esta obra se presenta lo más específico del arte
clownesco. Y es interpretada por la actriz Julieta Daga. Una
de las cosas que la protagonista menciona numerosas veces y que llamo mi
atención (más que todo por la verosimilitud del hecho en sí mismo) mientras
los/las espectadores/as ingresaban a la sala, era la actriz quien contaba y
enumeraba la cantidad de espectadores/as, la forma en que vienen al teatro, el
porqué deciden asistir a una sala teatral alternativa y dijo “que uno no sabe para qué
va... Pero và.”. #TanCiertoQueDuele.
Esta obra clown, ES a través de
los efectos escénicos propiciados por el lenguaje y la escenografía. Además, el
sistema lumínico, el vestuario y el maquillaje acompañaron en una forma prolija
toda la dinámica de la puesta en escena en sí misma.
Por otro lado, se ve plasmado un código por el cual
el espectador percibe, a simple vista, la lógica del espectáculo. El mismo,
sienta bases de una función grotesca, con tintes de clown, apelando a la
comedia por medio del humor costumbrista y variado. La estructura del
espectáculo nos plantea cosas diferentes todo el tiempo lo que permite no dejar de
espectar en ningún momento.
El texto nos presenta contenido implícito y
explícito. La descripción de situaciones cotidianas, con ligeras implicancias
simbólicas contundentes en el lenguaje, les dan nuevos significados a las
palabras y permite una comunicación capaz de transmitir mejor el mensaje al
espectador.
La intérprete hace y deshace el lenguaje. Daga
plantea las acciones propias de escribir y acompañados con el efecto que la
palabra tiene en su texto, las formas ponen al espectador alerta sobre todo lo
que está sucediendo.
Esta obra, a pesar del gran valor de reflexión que
dispone mediante varios discursos, invita en forma explícita al espectador a
pensar en el sentido de la obra (mejor dicho, el personaje obliga, desde el
propio discurso, al espectador a darle un sentido propio a lo que está por
ver).
En “Bufón” todo el enfoque está centralizado en el
trabajo de la actriz. Es evidente el complejo trabajo y práctica de ella,
tanto en las acciones que conllevan un gran despliegue corporal, como en lo
gestual y el control de la energía.
Una de las características más notables del
personaje es la voz. Ella varía las tonalidades y velocidades de su voz,
dependiendo de la intención a la que quiera llegar.
Así mismo, cuando se encuentra con un espectador
que ella supone
conocer, se produce un cambio significativo en el acento, la intensidad, y
la duración entre las vocales utilizadas en su discurso. Además de agregar un
suave parpadeo para intentar conquistar a dicho espectador.
La mayor carga simbólica y verbal es la voz de
Julieta Daga. Nos permite percibir toda la personalidad, y sus particularidades
que se destacan a través de distintos cambio de voces que utilizó la actriz.
Con una calidad tan trabajada, que demuestra lo precisa que la intérprete
es.
El trabajo de Daga venía siendo tan impulsivo,
espontáneo ( y a la vez no) que temía por lo que ella podría estar por hacer,
yo estaba en primera fila! Jaja.
El estilo del maquillaje grotesco-clownesco tiñe
las actitudes, los gestos y movimientos de la protagonista y le otorga su
propia impronta de espectáculo.
La luz cobraba co-protagonismo. En aquellos
discursos reflexivos, que el personaje ofrecía al público, además de
posicionarse en una altura elevada, gracias a la ayuda del sillón, la luz pasó
a ser un protagonista esencial, la sala quedaba oscuras un solo reflector
iluminaba aquel sector del espacio del cual salía fragmentos de
reflexión.
Una experiencia tan fantástica, en la que se puede
experimentar las más variadas emociones.
Con siempre Julieta Daga no deja de sorprender.
Graciaaas!
Si
pueden ir, vayan a verla!!!
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