EL AVARO

A esta obra la vi dos veces. Dos jueves. Dos oportunidades en el mismo mes, pero la segunda vez la disfrute más…Ambas en la Alianza Francesa.

‘El Avaro’ es una comedia en prosa de cinco actos, escrita por el autor, director y actor Jean-Baptiste Poquelin, mejor conocido como Molière (1622-1673), gran figura del teatro clásico francés. En esta oportunidad es representada por actores y actrices de la Comedia Cordobesa. Su director fue Willy Ianni y su repositor es Oskar Mercado. Esas últimas dos aclaraciones son para saber a quién hay que culpar/felicitar.

Esta pieza teatral es una obra que muestra los valores y, a su vez, destaca/ataca a los ‘anti-valores’. Nos señala situaciones de una sociedad realzando su proceder desde el cotidiano, lo que la hace más entretenida.

Sin mediar artilugios escenográficos, ‘El Avaro’ convierte un espacio vacío en un espacio imaginado, gracias a aquellas particularidades manifiestas por los/las artistas. "El artista es, ante todo, un artesano" dice Villiers, vemos, entonces, que estos/as artesanos/as logran provocar un juego escénico que demuestra una expresión y lo esencial del/de la comediante: entregarse. Vemos la existencia y simultaneidad de una técnica y la sensibilidad del/de la actor/actriz.

“El actor que solo posee sensatez y prudencia, es frío. Aquel que solo tiene inspiración y sensibilidad, está loco". Estas palabras que Denis Diderot dijo en "Cartas a Mademoiselle Jodin" en 1765, me recuerdan a los/las personajes que estaban en escena. Entiéndase personaje como aquellos/as seres ficticios/as en la escena y “personaje”, también, por la imponente locura que cargan estos seres en escena: los actores y las actrices.
En esta obra intervienen doce actores y actrices en distintos momentos, de los/las cuales me gustaría considerar a seis: Norberto Bernuez (Cleante), Giovanni Quiroga (Anselmo), Adrián Azaceta (La fleche), Lautaro Metral (Jacobo), Gonzalo Tolosa (Simón) y Silvia Pastorino (Frosine).

En el orden en el que aparecen en la ficha técnica, comenzaré por Bernuez… En los primeros momentos de la obra, vemos ingresar a este ser al escenario con una destellante peluca larga, rizada y roja, una blusa/camisa con vuelos en color blanco y unos pantalones que prefiero olvidar. A partir de ahí, nada de lo que hiciera o dijese podría ser serio...y es una de las cosas que se puede destacar de este actor: su comicidad. Esta cualidad le permite dar ritmo al texto y estructurar la argumentación que tiene su personaje más allá de lo que le toca decir. Bernuez tiene un gusto por la broma y la risa y es por eso que en escena se lo puede ver cómodo y disfrutar de lo que hace, algo que transmite a quienes espectamos. Este actor se desplaza en escena con gestos y palabras que rozan lo cómico y risible. Verlo es disfrutar de la historia como así también entender las características de la misma, aunque disfrute fue el mío cuando le sacaron esa peluca del horror. Está más que claro porqué Bernuez es Cleante. Felicitaciones Beto.

Hay un personaje que solo aparece cuando llega el final: Anselmo. Entonces vemos entrar a un ser humano formidablemente alto, de una presencia imponente y con un vestuario y maquillaje que no lo dejarían pasar desapercibido jamás en su vida. Giovanni Quiroga, como es tradición, mantiene sus gestos y actitudes puestos en forma con un sentido, con comicidad absoluta. Baudelaire explica que esta comicidad provoca la risa con el cuerpo entero, algo que Giovanni produce sin menor esfuerzo y con lo justo.

Frosine: Frosine es un personaje secundario, pero a pesar de eso, tiene gran preponderancia en escena. No es por ese ajuste prominente por detrás del vestuario (la cual al director le pareció acertado de alguna manera, y no se cual fue su razón), ni tampoco es por el texto. Si alguna vez vieron a  esta actriz, sabrán de sus movimientos estilizados, que mantiene gestos elegidos y bien estudiados, se preocupa en la composición del personaje para mantener la atención del/de la espectador/a y lo logra. Y en esta oportunidad no es excepción. Pastorino sabe desde qué lugar manejarse en escena y hasta dónde puede llegar. Es una intérprete generosa, que sabe entregarse; demostrando así su calidad cómica que procura una emoción dirigida al sentido del humor y el intelecto. Sus gestos producen gracia y sorpresa lo que hacen que sus momentos en escena no pasen desapercibidos. “Lo que torna sublime al ser humano es cierto temperamento, mezcla de sentido común y ardor” dice Diderot, es ese temperamento el que hace que Pastorino establezca un vínculo real con su personaje y quienes espectamos podamos recibir esa locura con gran disfrute.

Existe un solo personaje que debe tener un tiempo aproximado de tres minutos...o tal vez cinco minutos: Simón. Aun así, con tan escaso tiempo, tanto desde que ingresa hasta que se va, no deja de llamar la atención de todos/as. Tolosa mantiene una calidad muy precisa con sus actitudes y posiciones en escena. Maneja una expresión plástica de lo que hace. Su corporalidad y calidad vocal producen impacto visual y sonoro, que hacen de ese “pequeño” momento un tiempo poco olvidable.

Jacobo: Este personaje es llevado a escena por Lautaro Metral. Este actor tiene una cualidad natural cómica, maneja con gran soltura su cuerpo y su voz, provocando efectos risibles a través de la animación con la que atraviesa su personaje. Tiene un dominio de su expresión corporal bien lograda, lo que revela en sus cualidades lúdicas que él se encuentra en plena satisfacción. O al menos aparenta veracidad. Los momentos más gratos son resultado de puras manifestaciones físicas, algo que este actor tiene bien entrenado.

Y, por último, y para nada menos importante: La Fleche. Este actor desde que ingresa, lo hace con una caminata particular… Que no suma en absoluto. Si esa característica no estuviera presente, no pasaría nada. No es natural (Algo que asumo que el director indicó y no le encuentro sentido). Más allá de eso, aquí vemos a un actor versátil, dispuesto plenamente a quien lo mire. Su participación aquí provoca una ruptura del ritmo narrativo, gestual y vocal, aumentando así la atención de quienes espectamos en los momentos en que la lógica “cambiaría de sentido”, lo que provoca efectos risibles en todo momento. Azaceta es un actor generoso en escena. Vale la pena verlo.

Quisiera mencionar a Luis Torres. Él es el comisario. Aparece al final. Se lo ve muy comprometido con su papel y provoca enternecer a quienes lo vemos.

Más allá de estas menciones, todos/as los/las artistas en escena mantienen una calidad de oficio fantástica.

‘El Avaro’ tiene un cierto ‘encanto’. El encanto implica la relación entre el/la espectador/a y el/la actor/actriz. Es desenvoltura, gracia, relajamiento, vida; En esta obra vemos en varias partes una resolución feliz de los esfuerzos y las intenciones que complacen al/a la espectador/a. Como diría Schiller "sabemos que esa gracia es una cualidad del/de la intérprete", aquí no se destaca la escenografía ni el vestuario, la riqueza de la obra está en lo que representa cada actuación y cómo es llevada a cabo por cada actor/actriz.

Si fuesen con la sola idea previa de ver las particularidades de cada actor/actriz, disfrutarán mucho más la obra (como acontecimiento escénico) más allá de la historia en sí misma y su duración.

Si pueden ir a verla, ¡Vayan!.

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