LOPATOLÓGICO

Por: Candelaria Saldaño Vicente.

Como casi un hábito que es parte de mi, volver a ver teatro siempre es una bendición. En la noche del 18 de septiembre llegué presta a ver Lopatológico en Espacio Cirulaxia, situado en el mítico Pasaje Agustín Pérez. Cuando me bajé del taxi, en tanto terminaba de acomodar cosas en mi mochila, comencé a intercambiar miradas con diferentes ojos que me son familiares, pudiendo identificar que ya estaba en zona teatral. Minutos antes de ingresar a la sala, se cortó la luz en toda la zona. Miré al cielo y, dentro de mí, pedí que, por favor, nos dejara ver esta obra. No habrán pasado 5 minutos y finalmente regresó. Así empezó todo. Este hecho marcó la obra casi en su totalidad. Durante el tiempo que duró, al menos tres veces la electricidad dejó de funcionar. Para variar, EPEC dando que hablar... y ahora no fue excepción. 

El sábado 18 de septiembre asistí a Lopatologico, obra del grupo Cirulaxia Contra ataca Teatro. Esta pieza teatral fue presentada en su propia casa, Espacio Cirulaxia. El elenco actoral está compuesto por Elena Cerrada, Gaston Mori y José de la Fuente, con dirección de Marcelo Arbach. También acompañan, Adriana García en asistencia en sonido y Victor Acosta en asistencia en iluminación.

A decir de la historia, por momentos, se demuestra que el detective en cuestión nunca sabe más que quien está espectando. El modelo narratológico ofrece una sólida configuración dramática de suspenso, intriga y omisión. Sucede mediante el relato de un hecho trágico en donde se mencionan sutiles situaciones límites en el que se topan generadores de un nuevo mundo posible, aquel que no conocemos, teniendo en cuenta el conflicto principal enmarcado en un vínculo sexo-afectivo. El caso se ve explícito en una aparente situación cotidiana en la que, a través de la descripción de los hechos, nos enteramos de la vida de estos dos personajes: Lola y Lorenzo. Se toman datos de realidades que fusionan diferentes tramas amorosas y los visten con colores identificatorios que nutren a la ficción. 

Resulta atractivo como proponen distintas imágenes poéticas a través del relato por medio del policial romántico. Como si el pasado y el presente negociaran la amargura y el calor de lo que sucede entre dos personas con vicios y en forma silenciosa. Lorenzo abre universos para Lola y al mismo tiempo la suspende en una temporalidad infinita, dolorosa e inexistente dentro de cuatro paredes inundadas de un amor líquido virulento e incesante, como si todo ese amor pudiese caber en una realidad salutífera. Vemos al enamorado haciendo su trabajo guiado por un sentimiento urdido de deseos y declaraciones. En él, no vemos la definición de amor pero sí su argumento. En Lola, podemos ver afecciones que la interpelan constantemente, su psiquis se encuentra intentando sobrevivir a los efectos de heridas o consecuencias de una vida familiar tortuosa. Lopatológico es un drama y una simulación estructural que mantiene un discurso que se repite a través del tiempo, donde la fascinación por el/la otro/a se vuelve una obsesión. La propiedad del deseo se produce por la intención de que la otra persona comprenda una realidad específica. Se busca el amor en el regreso y no en su repetición consciente, aunque este lo lleve a reflejar el principio del fin. Esta pieza teatral tiene un discurso donde el amor es algo alterado, una alteración de la imagen propia y la de la otra persona. Un personaje anula al otro/a bajo el peso del amor mismo, bajo el peso de algo que corroe.

Todo se potencia aún más por la forma en que la iluminación revela correctamente lo que está en escena cambiando la percepción del espacio y el tiempo, creando la atmósfera necesaria para generar sensibilidad y encanto en el acontecimiento.

Más allá de las interrupciones obligadas a causa de la electricidad, quienes estaban en escena seguían dando todo de sí, como se debe, y eso se valora. Por un lado, Lola, interpretada por Elena Cerrada. A veces, su actuación me hizo acordar a Gloria Swanson en Sunset Boulevard (1950). En otros momentos, en la actriz podemos ver un habitus que genera peso en escena con solo estar en ese tiempo. A su vez, en su esencia se puede ver entrega, dominio sostenido de declamación, técnica y sensibilidad. Por otro lado, Lorenzo; interpretado por Gastón Mori, el actor que finge pero no miente. Actúa y lo hace con gran naturalidad. Sus expresiones son reales y se manifiestan a través de elecciones conscientes y una gestión corporal que habilita que sus actos puedan ser percibidos como verdaderos. Pronuncia sus verdades, las de Lorenzo, como un médium de la conmoción y del humor, lo que produce momentos risibles y quienes espectan se pueden ver reflejados en su existencia. Sus técnicas corpóreas y actorales son muy gratas de ver. Mori es un actor generoso en escena. 

Cerrada y Mori encauzan un arduo camino que conduce a una belleza que mutuamente entretejen. Desde la escena saben cómo, en equipo, pueden alumbrar vida, demostrando verdad, construyendo poesía en carne y presencia. El y ella saben generar una energía lúdica que posibilita el disfrute por parte de quienes espectamos. Al ver a Elena y Gastón no solo vemos una representación de lo patológico dentro de una relación sino el amor por el quehacer teatral.

Aunque la historia demuestra un intento ilusorio de construir una realidad poco saludable, este clásico de Cirulaxia nos invita a reflexionar y a no obedecer. Por lo tanto, ¿en donde se manifiesta el corazón? ¿En dónde nos encontramos con otros/as? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál es o cuáles son los discursos amorosos que nutren esta historia? y ¿Porque pueden interpelar tanto? Lopatológico nos recuerda a lo más hermoso, lo más triste y lo más doloroso que puede suceder en el amor.



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